14 de enero de 2009

CELULARES QUE NO FUNCIONAN: INCOMUNCADOS EN LA “ERA DE LAS COMUNICACIONES”

En los últimos días resulta casi imposible llevar adelante llamadas o enviar mensajes de textos mediante celulares de cualquier tecnología, marca y estilo, como así también a través de cualquiera de las 3 empresas que lideran el mercado telefónico en nuestro país: Claro, Personal y Movistar.
Los reclamos ante los organismos de Defensa del Consumidor, Defensorías del Pueblo y ante las propias empresas son incesantes. Pero parece que no hay nada que por ahora haga modificar esta situación.
Las explicaciones que esgrimen las empresas varían entre problemas técnicos momentáneos, reparaciones en el sistema, refuncionalización del aparato tecnológico, entre otras. “En este momento estamos trabajando para mejorar nuestros servicios”, es la frase más común que se escucha al llamar a cualquiera de los números indicados por las distintas empresas para Atención al Cliente, números a los que se debe llamar entre 4 y 5 veces para obtener una respuesta satisfactoria y entre 9 y 10 para acceder a la solución del inconveniente presentado. Si es que no tenés que conformarte con hablar con una máquina o con un asesore o representante de la empresa, que sólo te responden con uniformes discursos, que en ningún caso ofrecen respuestas al problema o la inquietud que el cliente plantea.

El meollo de la cuestión

La verdadera posible respuesta a estos problemas puede residir en algunos factores o indicadores propios de la época que atravesamos, época de proliferación, auge y apogeo de gigantescos negocios de las 3 grandes corporaciones transnacionales que manejan el mercado de las telecomunicaciones, negocio cada día más rentable, negocio proporcionalmente inverso a la cantidad de inversiones que se realizan para mejorar el servicio. Es decir, mientras menos inversiones se realizan, se obtienen mayores ganancias. Y eso es lo que les importa a las empresas, porque las ganancias que obtienen estas empresas no son menores ni mucho menos.
Solo para poner un ejemplo de los números que manejan estas empresas puede citarse un estudio de la consultora Price & Cook, el cual indica que en Argentina se envía un promedio de 70 millones de mensajes de texto (la vía más utilizada por el común de los usuarios) por día desde más de 20 millones de líneas de celular, lo cual lleva a estas corporaciones a facturar millones de pesos, si al servicio se SMS le sumamos los servicios de llamadas nacionales e internacionales, Internet móvil, transmisión y recepción de fax, e incluso videoteléfono.

El principio del fin

Y ese gigantesco negocio que gira en torno a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTICs) no creció de un día para el otro, sino que deviene de una suma de hechos y procesos que se dieron en los últimos 15 años. Por un lado, el abrumador desarrollo de las NTICs, como consecuencia de las nuevas formas de producción ligadas a la tecnología y los bienes inmateriales. De allí surge lo que los especialistas denominan convergencia de la informática y las telecomunicaciones.
Por otra parte, la expansión a nivel mundial de las empresas dedicadas al negocio de las comunicaciones, con la conformación de grandes corporaciones transnacionales, fusiones y operaciones de compre y venta de patrimonios, empresas y compañías, con fines meramente especulativos y no productivos.
A ello se suman también las políticas de apertura deliberada y desregulación de la economía y la entrega de las fuerzas de producción a las fuerzas del mercado llevadas adelante por los distintos gobiernos de nuestro país.
Todo esto en un marco de predominio de teorías y corrientes ideológicas que ubican a las tecnologías en el centro de la escena, como las que indican que vivimos en la “Era de la información” o las que hablan de las “Autopistas de la información” por las que los datos circulan libremente sin barreras ni restricciones algunas, o las que sostienen que estamos en la “Edad de las comunicaciones”, pensamientos enmarcados en el predominante “Pensamiento Único” impuesto por el Neoliberalismo.

¿Y nuestros derechos?

Pero de qué nos pueden servir todas esas explicaciones a quienes no participamos de las ganancias de las empresas, es más nos vemos perjudicados con la recepción de un servicio que cada día de resiente más por las escasas inversiones que las empresas realizan en beneficio del cliente. Y si ninguno de nosotros formamos parte del restringido círculo de intelectuales y políticos que elaboran las mencionadas teorías, sin analizar el contexto en el que se las difunde y sólo destinadas al engaño mediante la publicidad y la propaganda.
Es sincero reconocer que, si bien el celular no es un elemento esencial para nuestra subsistencia, es importante para el desarrollo de nuestras actividades diarias: el trabajo, la comunicación con nuestros hijos y para el estudio. Son aparatos que se pueden obtener con facilidad y con una mínima inversión de dinero. No obstante, ello no significa que los utilicemos de manera irracional, inconsciente e impulsiva.
Hagamos uso de nuestros derechos de ciudadanos y exijamos que nos brinden un servicio adecuado, digno y acorde a lo que pagamos e invertimos.