4 de noviembre de 2009

HAY MIRADAS Y MIRADAS...

Todo comunica, es imposible no comunicar: las palabras, los gestos y las miradas son herramientas que la naturaleza nos confiere para expresar nuestras ideas, pensamientos y sentimientos.
La utilización de las palabras suele ser la manera más clara e inexpugnable o socialmente más reconocida y aceptada de comunicar algo, más aún si estas son plasmadas sobre algún material.
Pero los gestos y las miradas también pueden usarse de una manera eficiente y parecen ser más contundente para expresarnos.
Son las miradas las que reflejan lo que las palabras tal vez no se animen. Las miradas delatan, hablan por sí solas.
Sólo con una mirada se puede expresar amor, odio felicidad, temor, tristeza, cansancio o locura.
Con una mirada podemos expresar lo que pensamos sobre otras personas y emitir juicios de valor sobre ella sin utilizar las palabras.
En la calle, en la escuela, en el trabajo, en todas partes hay miradas que observan, que analizan, que sacan conclusiones. Hay miradas dejan mensajes, prejuzgan, discriminan, condenan, estigmatizan.
Algunas miradas asechan, avasallan, avanzan sin barreras, sin filtros, sin importar los efectos que provocan, si hacen bien, si hacen mal, si incomodan si son bien recibidas o si molestan.
Ciertas miradas marcan su territorio, se apropian de los espacios, ponen límites, intimidan, inhiben, segregan, rechazan la diferencia, no aceptan lo extraño, no toleran lo raro, lo ajeno a los estereotipos sociales establecidos.
Algunas miradas expresan miedo, curiosidad, inseguridad o temor ante el elemento invasor.
Esas miradas desilusionan, causan bronca, tristeza, impotencia y desazón. Son crueles, reflejan el pensamiento dominante de una sociedad hueca, vacía, superficial, banal. Reflejan la pobreza de una civilización humana caníbal, que se autodestruye, se deteriorada y marcha sin rumbo, sin destino y que de seguir por la misma senda se conduce rumbo a su autodestrucción.