15 de mayo de 2009

MIRADAS QUE CONDENAN

Todo comunica, es imposible no comunicar: las palabras, los gestos y las miradas son herramientas que la naturaleza nos confiere para expresar nuestras ideas, pensamientos y sentimientos.
La utilización de las palabras suele ser la manera más clara e inexpugnable de comunicar algo, más aún si estas son plasmadas sobre un material. Pero los gestos y las miradas también pueden usarse de una manera eficiente para expresarnos.
Son precisamente las miradas las que reflejan lo que las palabras tal vez no se animen, pues hablan por sí solas. Sólo con una mirada se puede expresar amor, odio felicidad, temor, tristeza y cansancio.
Pero las miradas también pueden expresar lo que se piensa sobre otra persona: el concepto sobre el otro, la opinión, los juicios de valor sobre los demás, ya sean positivos así como negativos.
Son estos juicios negativos -que en la mayoría de los casos no son más que prejuicios, que se forman sin conocimiento, sin la seguridad de tener la información suficiente de lo que se está opinando- por medio de los cuales gran parte de las personas miran a quienes tienen una discapacidad.
La calle, los espacios públicos, son los escenarios donde se pueden evidenciar los mensajes que los ojos de los demás expresan. Las miradas se clavan en aquel que padece un defecto físico, las miradas observan, analizan, sacan conclusiones y se las transmiten al rostro, a los gestos y muchas veces a las palabras. Caminar por la calles siendo portador de una discapacidad es tener que soportar el permanente asedio de las miradas que observan cada detalle, como si se estuviera ante la presencia de un fenómeno extraño o sobrenatural, ante una criatura inmaterial y sin alma, ante un invento propio de la ciencia ficción o del terror.
Sólo poseer simples diferencias físicas o intelectuales a lo consensuado o legitimado como “normal” constituyen un motivo más que válido para soportar las condenas de las mirada. Las miradas actúan cual si se marcara un territorio, cual si se defendiera un hábitat antes de que sea invadido por seres extraterrestres, cual si se estuviera en la piel de un pájaro que resguarda su nido. Segregando, aislando, rechazando, desdeñando a las personas discapacitadas. Las miradas expresan un sentimiento de miedo, curiosidad, inseguridad o temor ante la presencia del elemento raro e invasor.
Desilusión, bronca, tristeza, impotencia y desazón son solo algunos de los sentimientos que despiertan en quienes tienen que padecer la condena social que dictan las miradas, las cuales reflejan el pensamiento hegemónico de una sociedad hueca, sitiada por los estereotipos televisivos y publicitarios, donde la “perfección” física parece ser el único valor positivo y el atributo que garantiza el éxito.
Como consecuencia las miradas determinan para quienes hay lugar y para quienes no en esta sociedad.
En tanto y en cuento esta situación no cambie la civilización humana se encaminará rumbo hacia su autodegradación hasta llegar a su autodestrucción.